Chini.png: El ensayo como aprendizaje, recorrido y refugio

Chini.png: El ensayo como aprendizaje, recorrido y refugio

por Bárbara Carvacho

Parafraseo un poco la definición que encuentro en internet: es todo lo que necesitamos para funcionar, crecer y mantenernos con vida. En el abstracto, para hilar el ruido del día a día. Eso es la nutrición. "¿Por qué seguir haciéndolo?", le pregunto a Chini Ayarza, mientras estamos sentadas en el piso de una pieza desocupada de Sala Maga, junto a Juan Desordenado, su guitarrista, en plena Avenida Matta, Santiago de Chile.

"Porque es divertido. Es nutritivo, sobre todo para el alma. Le da un sentido a la vida. La música es lo que me ordena. Ensayar es la parte de matizar, de aprender. Componer en tu pieza, sola, es como resolver un problema matemático que te puede mantener entretenida todo el tiempo, tener juegos para hacer y resolver de aquí a morir. Mostrar eso en la sala es compartir el juego, recibir nuevas formas de resolver el problema matemático, nuevas soluciones”.

En tiempos de instantaneidad, de querer todo rápido, perfecto y sin esfuerzo, nos olvidamos de fundamentales: el proceso, el oficio. ¿Cómo nos hacemos buenos en algo si no lo hacemos hasta el cansancio?, ¿sin aprender de las frustraciones del error? ¿Dónde queda el aprender-haciendo?

La agrupación compuesta actualmente por Chini Ayarza, Juan Desordenado, Pepe Mazurett, Macarena Galaz y Vicente Dávila están celebrando por estos días el lanzamiento de su segundo álbum de estudio: Vía Lo Orozco, disco que llega tras su aplaudido debut, El Día Libre de Polux. Esta es una historia de cinco años, con rotativa de integrantes y las dificultades más o menos compartidas por toda agrupación sudamericana de indie rock: precarización, sudor, mucha autogestión.

El día de esta conversación, Chini.png bien-usaba las horas de ensayo para una gira por México, una presentación que contemplaba una canción junto a Javiera Electra, también para probar en privado los temas inéditos antes de ser mostrados sobre el escenario.

 

 

Pero para llegar hasta una gira fuera de Chile, un festival, un Pulsar –y ser mejor-banda-rock-con-una-mujer-aunque-no-te-guste–, han habido muchos ensayos. Muchos. Y se han ido condicionando por varios factores: "con qué estado de ánimo llegas, cómo estuvo tu día. Nosotros ensayamos tarde, cansados. A veces con muchas semanas de tocar las mismas canciones. La repetición es heavy. '¿Otra vez vamos a tocar esta?'. Pero también pasa lo contrario. Hay días donde todo se siente nuevo. Hoy tocamos 'Plan C' y 'Fricativa Velar Sorda', que la hemos tocado mil y una vez, y sentí que todos la estaban tocando muy, muy bien. Me emocioné caleta, como las primera veces", dice Chini. Juampi, su guitarrista, complementa: "Ensayar tiene hartos niveles. Lo cotidiano del hábito musical y lo que significa para una banda ya establecida que tiene que responder a cosas. Hay que ser multifuncional. Intentamos no perder tiempo de ensayo en temas administrativos, pero inevitablemente llegamos a conversar y ponernos de acuerdo en cómo nos vamos a vestir en la fecha, a qué hora es la prueba de sonido, cómo lo hacemos con el transporte...". 

Pero al ser una banda que podemos llamar “establecida” –y artistas que en lo personal cuentan con una ruta para mirar hacia atrás–, también ya tienen algo llamado memoria muscular. El cuerpo reconoce. Chini y Juampi se identifican como los gatitos. Los dedos son como extensiones de sus instrumentos, sus memorias almacenan las canciones. Así que el espacio del ensayo es para pulir, por qué no perfeccionar, no tanto de aprender acordes o letras. Aunque ya sabemos lo que dicen: jamás dejamos de aprender. "La idea es que uno traiga sus cosas ensayadas de la casa", afirma Chini. "Uno llega a ensamblar", responde Juan Desordenado.

Porque como se comentaba más arriba, el ensayo tiene varios niveles. A veces practicas para presentaciones, otras para dar vida a nuevo material. "Es como andar en bicicleta. No siempre quieres o haces el mismo truco; si bien hay que refrescarlo, uno tiene prioridades, sacarse nuevos trucos. En nuestro caso era el disco, sacar temas nuevos, ensamblarlos, incluir al Leo...". Para Ayarza, en su condición de Directora Creativa, es más demandante: "siento que deberían haber más ensayos, pero como música que tiene que estar en los ensayos, no quiero más porque son demandantes. No quiero. Físicamente es duro. Estar dos horas gritando al palo, con una técnica no tan buena, después de mamarte el taco tras un día largo. El hecho de no tener auto, llegar apenas. Son parte de nuestro presente. A veces uno se siente hasta flojo, hasta que estás en mejores condiciones. Por ejemplo, cuando grabamos en el GAM fue un lujo. Un deleite. Todos los días llegábamos temprano, con la carita llena de risa, bien vestidos. Ojalá vivir como los Beatles en su documental [risas], estaríamos como King Gizzard & the Lizard Wizard haciendo discos. Ahí me da mucha hambre. Ahora lanzamos un disco pero ya estoy pensando en el siguiente, pero cuesta. Pepe tiene otra banda, Juampi también, yo también. Hay que bajar las ansiedades y ser conscientes del proceso en el que uno está como creador, porque siempre estamos desfasados de lo que quisiéramos estar mostrando".

Justo ahí, en el cruce entre la conciencia y el entusiasmo, juntarse a darlo todo en una sala pequeña, con los tuyos, parece ser clave.

"Lo divertido es el proceso, el camino. Eso es lo divertido de crear", comenta el guitarrista. "En eso coincido con Chini. Para mí, el proceso compositivo es lo más bacán que hay. Ensayar me encanta, tocar en vivo me fascina. Crear canciones es una hueá demasiado emocionante. Tener el don de poder hacerlo e invocar mundos diferentes es increíble. Es tierra de nadie. Un momento de libertad. No se trata de pegarla. O sea, me encantaría pegarla igual, pero quiero hacer canciones que me hagan sentido, que me emocionen y expresen lo inexpresable. La música es un gran canal para eso, como una conversación, pero más terapéutico. También es un arma de doble filo porque puede ser una obsesión: levantarse a las tres de la mañana a grabar una voz, una melodía. Te haces preso de eso. En el ensayo te soltái de esas ideas que te pueden volver loco".

 

 

"Hay partes de la música que son un estado meditativo y otras que son desquiciadas y delirantes. Cuando las traes al grupo, es bajar toda esa locura. Sino, sería fome. Sería como pintarse como la hueona más bacán del mundo, sin retroalimentación. Y no se trata de vivir de lo que piensen los demás, en realidad importa poco, porque es para ti, pero hay muchos momentos de 'me gusta esto', y al día siguiente muta a 'esto es una mierda'. Es muy, muy necesario", dice la compositora y cantante.

Chini recuerda una conversación puntual que tuvo con Desordenado, un diálogo marcado a fuego como una alfombra quemada con cigarro o marihuana en una sala de ensayo. "'Fíjate si aún eres capaz de emocionarte a ti misma', me dijo y, cuando me lo preguntó, yo había perdido un poco esa magia, la diversión. He vuelto a ese estado. Creo que volviendo a eso, poco importa lo que los otros opinen de tu música porque vuelves a acordarte que es para ti"

 

La bambalina de la bambalina

Son infinitas las historias que transcurren en esta y otras salas donde nuestros músicos locales favoritos preparan álbumes y conciertos para nosotros –que esta sección pretende ir develando en voz de sus protagonistas–. Son infinitos los recuerdos que tienen los proyectos como Chini.png (y sus amigos músicos) en los ensayos.

"Una vez el Blondi [bajista en Niños del Cerro y Columpios al Suelo] enchufó un cable que se veía medio pelado que estaba en la sala, que esperas que esté bueno, y ¡paf! Se electrocutó", cuentan, ahora, entre risas.

Lo que pasa, en palabras de la propia Chini, es que "ensayar te hace humilde”. “He tenido dos ensayos seguidos acá, y me doy cuenta de que estuve todo el día en esta suerte de búnker. Cuando recién empezamos todo era papas fritas y café frío, y una cansada después de tocar dos horas, con hambre, pensando que vienen dos horas más. Y yo creo que, en ese sentido, es importante el agrado que tienes por las personas con las que tocas, porque muchas veces estos lugares no son cálidos ni están ventilados, entonces es la gente a tu lado la que te entrega el calor y ánimo para seguir”, afirma Ayarza.

 

 

A los quince o veinte años, practicar es casi como el tercer tiempo de una pichanga. Chelas, panorama. Más cerca de los cuarenta, el cuerpo lo siente. "Ensayar puede ser una de las cosas más desagradables del quehacer musical, como cargar los equipos después de tocar a la hora del hoyo", comenta Juan.

"Cuando te haces viejo, también vas teniendo menos tiempo. Este espacio, el ensayo, es un momento para vernos: como músicos, colegas, como amigos, ¿cachái? Es un momento especial. El Pepe fue papá, hay que trabajar más, estamos todos más ocupados porque hay que ganarse la vida, producir más –no música, sino que plata–, así que este momento viene siendo algo que hay que cuidar. No solo por el oficio, por lo personal". Así lo ve Chini. Desde el cariño. Tal como han fomentado el compañerismo dentro de la banda sus experiencias de viajes juntos. Son los momentos que van armando el grupo humano PNG. 

 

El oficio es oficio y no te lo puedes saltar

¿Un mensaje para quienes lleven un disco, menos de cinco años o recién están partiendo en el ruedo y luchan con el tedio de ensayar? "Que se sepan los temas", “que la base rítmica esté a tiempo”. Se ríen. Parecen chistes, pero son consejos reales de ambos. "Uno quiere dar un show, no un ensayo", es otra buena frase. Y Juampi completa: "en la sala tienes la licencia de parar, indicar un error, apuntar una sugerencia. En el show es una mirada asesina de un segundo y listo, no es como en el fútbol que se te permite ser un mono e ir a gritar cómo hacer lo que viene como parte del espectáculo. En la música uno quiere mostrar las canciones lo más acabadas posibles, no una jugada a medias".

Chini ha tenido el susto de sentir que su banda suena como a grupo de kermés, pero luego de subirse al escenario, se le pasa. Se baja y sus amigos y público le confirman que no es así. Es el miedo amplificado de la sala. De no tener retorno, de no tener buena acústica. Los ensayos semana a semana, constantes y agotadores, entregaron las herramientas para que ahora puedan defenderse y sonar cañón; dejar de sentir que están jugando al Guitar Hero en alguna pieza de Avenida Matta.

Pasando frío, calor, comiendo papas latigudas, de la chela tibia al café de mala calidad, Chini.png encontró en el ensayo la confianza para tocar, el fiato para conocerse y poder seguir errando desde un lugar para crecer, como amigos, músicos y proyecto. "Ya sé hasta cómo se van a enojar", confiesa Chini antes de cerrar con una última tanda. 

 

 

¿A qué ensayos les gustaría entrar? "Queen. Yo creo que si hubiera ido a un ensayo de Queen, probablemente no necesitaría tocar música, porque ya estaría como redonda, ya estaría satisfecha, como que ya estaría lista", es la respuesta de la front. "Qué loca", se ríe Juan, que cree más posible colarse a un ensayo de Los Jaivas en su casa en Francia: "una semana de hueveo, chupar y fumar, con niños corriendo por ahí; la cosa familiar. Estar sin ningún apuro, generando un concepto. Sería un buen ejercicio ser un espectador, aunque probablemente terminái tocando una quena o lo que sea, porque es como un laboratorio móvil, ¿cachái?".

"De ahora, me gustaría ir a los ensayos abiertos que tuvo PJ Harvey en esas cajas de vidrio, casi una performance. Me ha tocado estar en ensayos de Niños del Cerro cuando estaban armando el disco que acaban de lanzar, y es bien lindo ver cómo van avanzando en el armar, que es lo que proponía PJ Harvey en ese documental. Lo mismo me pasa con Nando García, que más que entrar a sus ensayos es una cosa por Whatsapp, de ir pimponeando audios, ideas... Es lindo. Muchas veces pienso en cómo una ha cumplido esos sueños de tocar con ciertas personas con las que una quería".

"La Chini es la master feat", le responde su compañero mientras es hora de cerrar. Sala Maga también necesita descansar, mientras nos vamos hablando sobre lo loco que sería mirar, aunque sea por una ventanita, lo que hacen en sus propios cuartos-privados-mal-ventilados artistas como Marilina Bertoldi y su rock al palo, la onda que logra Juana Molina y su batero, Juana Aguirre y sus mil universos. O ser testigo de las mutaciones que han tenido las salas de Ca7riel y Paco Amoroso después de su boom mundial con una canción que no dejamos de tararear sobre hashtags y tetas.

"A mí lo que más me gusta de esa canción es cómo se termina. Guau, this is a fucking smash, huelo dinero. Está muy buena. Así se acaba. Huelo dinero". Sala Maga huele a sudor, algo que no puedes obviar cuando estás tratando de lograr tu fucking smash. En español, pegarla. Aunque jamás este debería ser tu norte final. Lo importante siempre es el camino a transitar. Bien lo supo y lo saben Ca7riel, Juana Molina, PJ Harvey, Los Beatles y Chini.png.

Regresar al blog